viernes, 6 de agosto de 2010

SIN NOMBRE

Señor, Dios de los cielos, perdona por favor mi
osadía de escribir lo que siento en esta noche ,
pero ya no resisto y sería vergonzoso en la vida
que no saque de mi alma este dolor tan grande
que me invade y me quema y me mata y
quebranta mis huesos al correr de las horas de
insomnio, porque hoy que me encuentro a mitad
del camino, hoy que tengo el criterio de gritar lo
que siento, razón hallo de sobra de expresar mi
secreto y por eso me atrevo a romper el silencio.


Ahora si lo he pensado, Santo Dios de los Cielos,
lo que me ha sucedido a nadie le deseo. Cuando
en algunas horas de mi infancia buscaba las
respuestas correctas que no supe encontrar y
llenaba mi mente de falsas ilusiones y mi
madre inocente y sagrada y humilde con sus
nobles principios me solía explicar que perdonara
siempre las fatales acciones de perversas
personas, porque no todos somos capaces de
amar.


Hoy que soy casi una mujer y que tú, Dios del Cielo, de
la tierra y los mares me estás viendo llorar, de
rodillas te pido que le perdones la ofensa que a tu
espíritu causo con su forma de actuar.

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